11:30 de la mañana del domingo 30 de septiembre de 2018, hora programada para el tan esperado desfile de Balenciaga a cargo de su director creativo Demna Gvasalia. El escenario dispuesto para la ocasión, desborda tecnología e innovación: las luces, la ambientación musical y las imagines proyectadas que se mueven y cambian  en sentido circular a medida que los modelos avanzan, generan la sensación de un ambiente futurista.

Aparece en escena el primer modelo de la colección, un vestido negro,  de corte tipo blazer, largo hasta la rodilla, solapa pequeña y marcado volumen en hombros;  gris, azul brillante, fucsia y negro tipo cuero fueron las variaciones de esta propuesta. El desfile continúa con vestidos de corte lencero con destellos de brillos, brillos que introducen un estampado tamaño mediano de la torre Eiffel sobre negro  en trajes para hombres y mujeres. El animal print se observó en un tapado que guarda las mismas líneas de la silueta tipo blazer latente en la colección.

Vestidos ceñidos, de cuello alto y abertura lateral, gabardinas de un solo botón anudadas en cintura, tops tipo pañuelo ajustado al cuerpo de forma singular, faldas con ajuste desde la cintura  y apertura en holán asimétrico del muslo hacia la rodilla, enterizos largos en colores enteros, camisas de imponente  cuello fueron tan solo algunos de los diseños que se presume darán mucho de qué hablar en la primavera – verano 2019.

Balenciaga tiene la virtud de no pasar desapercibida, y está vez no fue la excepción, su lenguaje futurista, algo irreverente y algo ecléctico tiene la facultad de movilizar pasiones. Para muchos una prenda o una accesorio con la etiqueta Balenciaga es sinónimo de estatus, de ser cool y vanguardista. El éxito de la marca, está en la capacidad de adelantarse a su tiempo y de proponer desde la convicción.

La invitación es a primero ser y luego parecer (no a la inversa), a ser fieles a nuestras convicciones, a comportarnos en coherencia y asumir las consecuencias que ello implica.