Esta claro que estamos transitando un momento en el que la incertidumbre se constituye en una constante que, además de invadirnos y fatigarnos, cumple con su misión obstinada de anunciar la posible llegada de tiempos de recesión. Ante este panorama nos cuestionamos acerca del futuro, aparentemente, desalentador que tendrán que enfrentar  los diferentes sectores económicos y sociales.

En virtud de lo anterior, y en vista de que la susceptibilidad se encuentra a flor de piel, hablar de ciertos temas puede generar burla o condena. Por ejemplo quienes, aún en nuestros días, catalogan a la moda (indumentaria) como un algo irrisorio, tienden, no solo, a No consentir que se le dedique tiempo al tema, sino que, además, desestiman el rol que esta desempeña en nuestra sociedad, particularmente, en tiempos de crisis:

LA MODA COMO MECANISMO DE EVASIÓN. Es una especie de oasis en el desierto que tiene el poder de transportarnos a realidades un tanto menos dramáticas que las que estamos enfrentando, de modo, en una especie de respiro, nos recuerda que no todo es gris: que albergamos desconsuelo, pero también ilusión, que tenemos la capacidad de crear, transformar y comunicar a partir de elementos sobre los que se construye nuestra imagen.

LA MODA COMO DESENCADENANTE DE REFLEXIONES CON UN TINTE MORAL. Es normal que por estos días nos cuestionemos acerca de nuestros deseos en materia de ‘compras’ Sobrevienen pensamientos contrapuestos tipo: «no es tiempo de gastar» pero «me hace feliz tenerlo y también  puedo sumar a una cadena de valor» Así la moda suscita decisiones informadas y progresivamente continúa dando la pelea en torno al sentido consciente.

LA MODA COMO RETRATO Y MEMORIA DE UNA ÉPOCA. EL 2020 será un año difícil de olvidar y, en su lugar, será un referente a la hora de citar eventos personales y sociales; en este sentido  la moda y sus múltiples símbolos dan testimonio de un acontecer, a la vez que responden a las demandas de un momento histórico específico.