“Cuando una mujer no fuerza el estilo suele resultar elegante.

Por supuesto, la moda puede ayudar a potenciar los puntos fuertes

y a disimular los débiles, pero cada mujer es única y

debe seleccionar lo que le favorece a través de la identificación”

Jorge Acuña (en entrevista realizada por Eugenia Osborne)

Las palabras del diseñador Jorge Acuña resultan bastante inspiradoras si las analizamos con detenimiento:

Lo primero que debo decir al respecto es que, a mi juicio, esa frase en sentido literal aplica para hombres y mujeres, es decir, que cuando las personas no fuerzan el estilo suelen resultar elegantes… cada persona es única y debe seleccionar lo que le favorece a través de la identificación.

Lo segundo que quiero señalar, es que en muchos aspectos de la vida “no forzar”, hace que las cosas simplemente resulten; de alguna manera forzar desvía el cause, genera tensión y proyecta realidades tergiversadas. Es sencillo comprobar esto en lo cotidiano: Detente un momento y suelta una sonrisa forzada (tan forzada como te sea posible), te darás cuenta que quien la recibe, experimenta una sensación de desconcierto, pero más allá de eso, la sonrisa forzada genera una reacción opuesta a la que puede generar un gesto cordial, fluido y sincero.

Lo tercero que considero oportuno resaltar tiene que ver con el tema de la moda, desde luego la frase en mención alude a la indumentaria, a los accesorios y a la forma en la que los lucimos; si bien es cierto la moda (en ese sentido) es un instrumento que permite potenciar puntos fuertes, también llega a jugar en contra cuando tenemos un afán desmedido por usar todo aquello que esta en auge, en ese sentido podemos atentar contra nuestra esencia y corremos el riesgo de uniformarnos, de quedar mimetizados o de habilitar todos los permisos para convertirnos en objetos de comparación, lo que se constituye en una fatalidad, ya que las comparaciones además de ser odiosas suelen tener un tinte destructivo.

Lo cuarto, y quizá lo más importante, de esa frase está concentrado en el hecho de ser único y en la relación directa que guarda con la identificación. Una cosa es la identidad y otra es la identificación, en cierto modo la primera abona el terrero para la segunda. La identidad está ligada con los rasgos característicos de cada persona, con su esencia y con aquello que le da valor en la medida que la hace única e irrepetible; en síntesis la identidad es lo que tu eres, lo que tu sientes, es eso a lo que nos referimos cuando hablamos de sí mismo. En tanto, la identificación dice como eres, está enlazada con el reconocimiento de la identidad, se concentra en la forma en la que tu te asumes y te expresas, tiene que ver con la forma en la que el mundo te reconoce.

Entonces, tengamos presente que tu estilo es tu identificación y se forja a partir de tu identidad, por ello no se vale imitar el estilo de otro, ni pretender que tu estilo sea imitado, antes bien, es preciso que trabajes en ti, en tu autoconocimiento, de este modo tu estilo fluirá, será tu huella, tu sello de identificación y será digno de inspiración.