Por alguna razón, o quizá por múltiples razones, en lo cotidiano se ha tendido a extinguir el NO como una respuesta, o peor aún, si llega a expresarse puede ser catalogada como una respuesta hostil, carente de cortesía y generadora de conflicto. Un NO como respuesta tiene tal estigma, que incluso, en algunas ocasiones, logra ubicarse en la categoría de las ofensas.

Parece que se nos ha convertido en costumbre complicar lo simple, disfrazar lo evidente y llenarnos de motivos que nos alejan del equilibrio. Veamos las cosas en su justa medida, una pregunta cerrada, de elección única, tipo dicotómica contempla dos opciones de respuesta: Si o NO, aunque, a veces la respuesta se puede dilatar con un no sé; independiente de ello, el Si y el NO tienen el mismo valor y se presume que tienen la misma importancia ¿Entonces por qué la sensación de estar en un brete cuando se avecina un NO?…

…Es posible que lancemos la pregunta como un mero formalismo, es decir, no tenemos interés alguno en la respuesta de la otra persona y damos por hecho de forma anticipada que la respuesta es si, con lo cual estamos poniendo de manifiesto nuestro ego y las debilidades que tenemos como interlocutores.

…Puede darse el caso que estamos muy poco preparados para dar un NO como respuesta porque sencilla y llanamente no nos gusta recibir un NO, de ahí que pongamos en marcha la reciprocidad, en otras palabras, no damos lo que no queremos recibir.

…También puede tratarse de un tema de aceptación social, si un No es visto como algo negativo, puede llegar a generar algún tipo de rechazo y quizá no nos sentimos preparados para ello.

Un NO, de la misma manera que un Si no requiere de muchas justificaciones porque las dos respuestas tienen el mismo estatus y están al mismo nivel, en tanto justificar un NO expresa una culpa latente, veámoslo a través de un par de ejemplos cotidianos: “¿Te gusta mi vestido?” Decimos Si y punto, decimos NO y a renglón seguido enunciamos una lista generosa de argumentos. “¿Me prestas el carro?” Decimos Si y punto, decimos NO y el interlocutor por iniciativa propia exige los motivos que justifiquen ese NO…. Y así sucesivamente.

La invitación es a que tengamos presente que ¡NO! También es una respuesta, que decimos NO a la situación en particular, en ningún caso a la persona, que en la medida que nos ejercitemos en decir genuinamente NO, nos preparamos para recibir más respuestas de esta índole, que un NO es necesario cuando se dice y se recibe a tiempo, un NO puede evitarnos incomodidades presentes y futuras, nos permite analizar otras alternativas y nos conduce a explorar otros caminos porque hay algo por descubrir después de un NO y el propósito siempre es continuar.