“No basta con ser bueno: es necesario también parecerlo, por acatamiento a la sociedad, por consideración a sí mismo y por respeto a la verdad” (Cecilia Böhl de Faber y Larrea)

 El adagio popular indica que no basta con ser, hay también que parecer; Cecilia Böhl, en la frase que citamos al inicio de este escrito, ubica en la sociedad, en el sí mismo y en la verdad las razones por las que el ser y el parecer deben ser inseparables, a mi juicio, tales razones se sintetizan en una palabra: coherencia.

 La coherencia tiene lugar cuando el sentir, el pensar y el obrar están encaminados en la misma dirección. Aunque, puede considerarse como una opción sencilla, en lo cotidiano resulta un trisito más complicado. Quizá porque esta relacionado con la creencia popular de que una dosis de hipocresía es necesaria para vivir en sociedad, sin embargo, no olvidemos que en la práctica resulta común que se transgreda ese límite de la “dosis indicada”

Esto último me lleva a pensar que, tal vez, en el contexto social se tiende a confundir la honestidad con ciertas acciones atrevidas, bruscas o carentes de educación, en otras palabras, algunas de las personas que se jactan de ser “francas” se caracterizan por la falta de tacto al expresarse que, desde luego, va afectar las relaciones interpersonales y quizá de ahí se puede derivar eso de que “es necesaria una dosis de hipocresía para vivir en sociedad”.

Retomando el tema de la coherencia lo podemos reforzar haciendo énfasis en que no basta con ser, hay que parecer y para ello es preciso sentir y creerse, es decir, en cuestiones de autoestima, permanentemente nos enfrentamos a una cadena de retos que empiezan con la observación, pasan por el autoconocimiento, la autoaceptación y desembocan en el autoconcepto, este último lo solemos proyectar en el momento que interactuamos con otros y de éste se desprende el trato que recibimos de los demás, de ahí que sea tan importante que haya coherencia entre el ser y el parecer.

Materialicemos la idea describiendo una situación relacionada con el estilo y la imagen personal, supongamos que una persona quiere proyectar una imagen sofisticada y de éxito, no resulta suficiente con que use las prendas y los accesorios adecuados, antes de eso requiere sentir lo que vale, requiere experimentar una sensación de comodidad y agrado que se constituya en la base sobre la que edifica las creencias acerca de sí misma. Ahora bien, la otra cara de la moneda la podemos representar con una persona que ha alcanzado cierto éxito en diferentes áreas de su vida pero tiene poco interés en hacerlo evidente a través de su imagen, en este caso la persona ES, pero no lo PARECE, existe la posibilidad de que no lo parezca porque no lo siente y menos aún se lo cree.

La tarea entonces, consiste en que continuemos ejercitando la capacidad de observación, que tengamos presente lo que somos y lo que queremos ser desde la perspectiva de la personalidad, pero no nos conformemos con este punto, recordemos que somos seres sociales que es fundamental ser coherentes en el discurso, por ello no basta con ser…