El post de hoy está dedicado a un tema que pese a haber nacido hace más de 15 años, es absolutamente novedoso y disruptivo; hay quienes lo consideran como algo fascinante, otros piensan que es indispensable casi que para cualquier sector/industria  y para otros se trata de algo tan desconocido que lo podrían llegar a equiparar con chino básico.

Con la intención de minimizar las posibilidades de confusión, considero oportuno empezar contextualizando la expresión IoT (Internet of Things), en español: Internet de las Cosas, es un concepto asociado a la tecnología, propio de esta era, se dice que fue Kevin Ashton (1999) quien acuñó el término para referirse a un sistema en el que los objetos se representan a sí mismos de forma digital, de este modo es posible que estén interconectados y que se comuniquen con el mundo físico. La tecnología IoT opera gracias al uso de dispositivos inteligentes, softwares, sensores, conectividad de red y activadores.

Dado el dinamismo que caracteriza a la industria de la moda, ésta suele establecer una relación estrecha y sincrónica con la tecnología y sus avances. La participación de IoT en este contexto ha repercutido por un lado, en el proceso que empieza con el diseño de una colección para una temporada X, que pasa por la puesta en escena que tiene lugar en la pasarela y que termina con la oferta al usuario final. Por otro lado, ha tenido lugar en la elaboración de productos cuyas materias primas emplean fibras inteligentes y sensores que reportan datos específicos.

Si bien es cierto que los alcances mencionados son avances significativos que están revolucionando el futuro de la industria de la moda; hoy por hoy, el principal alcance de IoT tiene que ver con la experiencia que brinda al consumidor y todo lo que de ella se desprende.

Parece ser que IoT se constituye en una estrategia creativa ideal para las marcas retail del mundo de la moda. Levi´s, Tommy Hilfiger, Superdry, entre muchas otras, brindan en algunas de sus tiendas experiencias que además de guiar y ambientar el recorrido de sus clientes en el punto de venta, ofrecen beneficios tendientes a potenciar la interacción del consumidor con el producto y a personalizar la experiencia. Es decir, en este sentido la intervención de IoT propicia una experiencia que facilita la decisión de compra, en tanto le confiere un rol activo al consumidor, coherente con sus preferencias digitales.

Como consecuencia de esta interacción las marcas obtienen datos reales relacionados con los gustos y hábitos de compra de los consumidores lo que permite vislumbrar un nuevo horizonte para la investigación de mercados. A su vez estos cambios innovadores generan una expectativa latente en cuanto a  los efectos que la implementación de IoT generará en los productos falsificados y en las tiendas low cost.

La invitación es a que continuemos alimentando nuestra curiosidad frente a estas tendencias que marcan la pauta en lo que a moda, innovación, consumo y estilos de vida se refiere, a que nos instruyamos y a que los emprendedores hagan proyecciones de sus modelos de negocio conscientes de que el mundo hoy es digital.