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Autoestima de la Moda


¿El Ejemplo Enseña?

¿El Ejemplo Enseña?

En temas de crianza y de generación de hábitos existe la creencia de que la mejor forma de enseñar es a través del ejemplo, sin embargo, es recurrente escuchar cierto dejo de inconformidad, especialmente, en padres de familia quienes con asombro desconocen uno que otro comportamiento de sus hijos, aduciendo que les resulta inexplicable, en virtud a que eso que hacen no guarda correspondencia con el ejemplo que se les ha dado.

En términos de aprendizaje social o por modelamiento, no se discute que el ‘ejemplo’ es una fuente de aprendizaje, así las personas elegimos un modelo, observamos sus conductas, las memorizamos hasta que estamos en condiciones de imitarlas de manera automática y en ausencia de dicho modelo.

Entonces ¿por qué no todos los ejemplos que se dan son imitados? La respuesta, en apariencia, no es tan compleja: el ejemplo enseña en la medida que se da de forma natural, sin programarse y sin tener la intención de que éste surta un efecto de adiestramiento.

Si observamos con atención aquellas cosas que nos imitan o hemos imitado de los demás, nos damos cuenta que tienen un denominador común: la espontaneidad. Ahora bien, puede que los comportamientos sobreactuados sean imitados en presencia del modelo y por lapsos de tiempo limitados, pero a largo plazo tienden a extinguirse; la razón no es otra que la ausencia de convicción y de sentimiento a la hora de ser transmitidos.

Al analizarlo de esta manera podemos entender la frustración que experimentan ciertos ‘padres’ al ver que sus ‘hijos’ no imitan aquellas cosas que ellos hacen con tanto esfuerzo y sacrificio, sólo con el propósito de dar ejemplo. ¡Y bueno! lo que ocurre es que el hijo de manera inconsciente trasciende a la acción observada y copia el sentimiento y si éste no es positivo, su respuesta puede ser contraria a la deseada.

De modo pues, que si quieres enseñar a madrugar, levántate temprano con amor, si quieres enseñar hábitos alimenticios saludables, experimenta placer comiendo sano, si quieres que disfruten de la lectura, deléitate tú con ella.

La invitación es a que cultivemos, primero en nosotros, y de manera genuina esas cosas que queremos enseñar a los otros, de tal modo que logren despertar admiración y de forma orgánica se hagan dignas de ser imitadas.

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